/ viernes 16 de agosto de 2024

Espejos de vida / Puertas al mundo

Al gozar de nuestros sentidos podemos, oler, saborear, ver, escuchar y tocar. Los seres humanos nos reconocemos seres sensibles y sensitivos, poseemos la capacidad de reflejar la realidad en forma de sensaciones y percepciones que se traducen en pensamientos.

Son herramientas imprescindibles para nuestra supervivencia y bienestar tanto físico como emocional, además de estar diseñados para ayudarnos a interpretar y brindar significados al mundo que nos rodea, de tal manera, que al ser orientados positivamente, nos mueven a efectuar acciones concretas y determinantes, que por lógica, influyen en nuestro entorno personal, familiar y comunitario.

Una y otra vez me he cuestionado sobre la canalización que hacemos al respecto, porque la celeridad de la vida nos lleva a un ritmo vertiginoso, donde, la mayoría de las veces, no damos cabida al tiempo, para analizar los grandes beneficios que los sentidos aportan a nuestra existencia.

Son varias las causas y consecuencias que al paso del tiempo van cambiando las cosas que solíamos dar por sentadas.

El vivir en una sociedad hiperconectada, da entrada a una gran cantidad de estímulos visuales y auditivos, que a lo largo del tiempo, se convierten en en distracciones constantes, mismos que van mermando la capacidad de atención, reflexión y discernimiento; otra de las consecuencias derivadas de este mundo globalizado, es el aislamiento social a través de dispositivos que nos desconectan del presente y del mundo tangible.

La sobreestimulación de los sentidos es una constante, tales como el ruido excesivo, alimentos sobreprocesados, poco contacto con la naturaleza, ejercitación en espacios cerrados en vez del aire libre, poca interacción social, entre otros muchos más.

Vemos, pero no observamos con detenimiento, oímos, pero no escuchamos con atención, comemos de prisa, bebemos sin saborear, no percibimos el aroma y fragancia de lo que gira a nuestro alrededor.

Estas precisiones permiten la entrada a muchas más que ponen en desventaja el equilibrio, porque, de alguna manera, sacan de la zona de confort y permiten plantearse otros escenarios posibles.

Hay tal invisibilidad en la gnosis, que la mayoría del tiempo, no tenemos una conciencia plena del daño que hacemos a la salud con la práctica constante de hábitos nocivos, ya sea por la alimentación inadecuada, las muchas horas de inmovilidad frente a los dispositivos electrónicos, la atención y cuidado del entorno ecológico y sustentabilidad del planeta, el no practicar los valores universales, el no reconocer a la otredad; no ejercer la voluntad y fuerza del pensamiento y la invisibilidad de compromisos latentes ante los cambios necesarios.

A manera de colofón, es preciso recordar que los sentidos son necesarios para disfrutar el mundo, además de que permiten la adaptación al medio y al proceso de la información. Cierro con la frase de Leonardo Taub: “Sonríe con la mirada, guíate con el olfato, sirve con la palabra, aprende con el oído, besa con el tacto, abraza con el alma”.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas

Al gozar de nuestros sentidos podemos, oler, saborear, ver, escuchar y tocar. Los seres humanos nos reconocemos seres sensibles y sensitivos, poseemos la capacidad de reflejar la realidad en forma de sensaciones y percepciones que se traducen en pensamientos.

Son herramientas imprescindibles para nuestra supervivencia y bienestar tanto físico como emocional, además de estar diseñados para ayudarnos a interpretar y brindar significados al mundo que nos rodea, de tal manera, que al ser orientados positivamente, nos mueven a efectuar acciones concretas y determinantes, que por lógica, influyen en nuestro entorno personal, familiar y comunitario.

Una y otra vez me he cuestionado sobre la canalización que hacemos al respecto, porque la celeridad de la vida nos lleva a un ritmo vertiginoso, donde, la mayoría de las veces, no damos cabida al tiempo, para analizar los grandes beneficios que los sentidos aportan a nuestra existencia.

Son varias las causas y consecuencias que al paso del tiempo van cambiando las cosas que solíamos dar por sentadas.

El vivir en una sociedad hiperconectada, da entrada a una gran cantidad de estímulos visuales y auditivos, que a lo largo del tiempo, se convierten en en distracciones constantes, mismos que van mermando la capacidad de atención, reflexión y discernimiento; otra de las consecuencias derivadas de este mundo globalizado, es el aislamiento social a través de dispositivos que nos desconectan del presente y del mundo tangible.

La sobreestimulación de los sentidos es una constante, tales como el ruido excesivo, alimentos sobreprocesados, poco contacto con la naturaleza, ejercitación en espacios cerrados en vez del aire libre, poca interacción social, entre otros muchos más.

Vemos, pero no observamos con detenimiento, oímos, pero no escuchamos con atención, comemos de prisa, bebemos sin saborear, no percibimos el aroma y fragancia de lo que gira a nuestro alrededor.

Estas precisiones permiten la entrada a muchas más que ponen en desventaja el equilibrio, porque, de alguna manera, sacan de la zona de confort y permiten plantearse otros escenarios posibles.

Hay tal invisibilidad en la gnosis, que la mayoría del tiempo, no tenemos una conciencia plena del daño que hacemos a la salud con la práctica constante de hábitos nocivos, ya sea por la alimentación inadecuada, las muchas horas de inmovilidad frente a los dispositivos electrónicos, la atención y cuidado del entorno ecológico y sustentabilidad del planeta, el no practicar los valores universales, el no reconocer a la otredad; no ejercer la voluntad y fuerza del pensamiento y la invisibilidad de compromisos latentes ante los cambios necesarios.

A manera de colofón, es preciso recordar que los sentidos son necesarios para disfrutar el mundo, además de que permiten la adaptación al medio y al proceso de la información. Cierro con la frase de Leonardo Taub: “Sonríe con la mirada, guíate con el olfato, sirve con la palabra, aprende con el oído, besa con el tacto, abraza con el alma”.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas