Al igual que cada semana, debo delimitar mi universo de vivencias para escoger la temática de esta editorial del periódico El Sol de Parral. Mi intención no solo es reflexionar sobre aquellas experiencias que más impacto tuvieron desde una perspectiva personal, sino también buscar llegar al mayor número de lectores, movilizar saberes formales e informales, diagnosticar su interacción con los textos y, lo más importante, sembrar la semilla de este bonito y útil hábito de leer y compartir.
Desde mi rol en la docencia, y ahora como promotora cultural y mediadora de salas de lectura, me he comprometido a seguir difundiendo esta pasión, no solo basada en experiencias propias, sino también en las huellas que otras personas, contextos, libros e historias han dejado en mi camino.
Uno de los terrenos más fértiles para esta siembra son, precisamente, las distintas instituciones educativas en sus diversos niveles. Hace tiempo, la maestra Noelia Montes Palma, catedrática del CBTis 266 de Balleza, Chihuahua, me invitó a impartir una charla sobre los beneficios de la lectoescritura y mi experiencia en el desarrollo de estas macrohabilidades. Por distintas circunstancias, no habíamos logrado coincidir hasta el pasado 21 de noviembre.
Desde el momento de mi llegada a mi pueblo y luego a la escuela, experimenté una enorme satisfacción. Esta institución, ubicada en el mismo lugar donde cursé la secundaria entre 1975 y 1978, me trajo un cúmulo de recuerdos.
En el auditorio escolar, los alumnos esperaban atentos, con la actitud propia de los adolescentes: curiosos, algo distraídos, pero dispuestos. Con más de tres décadas de experiencia, logré conducirlos hacia una escucha activa, participación plena e interacción. Durante el conversatorio, se desplegaron emociones y sentimientos a flor de piel; hubo risas, lágrimas, confidencias y una cercanía palpable.
Al finalizar, dejamos abiertas las puertas para que los alumnos compartieran sus escritos y recibieran apoyo a distancia. Fue especialmente significativo el reencuentro con el personal docente, muchos de los cuales fueron mis alumnos, así como con los padres de los jóvenes presentes, quienes disfrutaron de las anécdotas de su adolescencia.
Son tantas las vivencias, los contextos y las personas con las que tengo la fortuna de coincidir —en el espacio virtual y físico— que podría llenar una columna diaria narrando estas experiencias. Estas historias, al ser capturadas por las letras, adquieren la noción de perpetuidad.
El propósito de esta dinámica trasciende la simple interacción. Por un lado, busca que los jóvenes conozcan y conversen directamente con una autora oriunda de su tierra, abriendo el espacio para preguntas y respuestas. Por otro lado, apunta a fomentar la resiliencia, el empoderamiento, la perseverancia y el fortalecimiento de valores que se entrelazan para alcanzar metas. Además, se les invita a incursionar con entusiasmo en sus estudios y aprendizaje, enfrentando los tropiezos con valentía.
De igual manera, se pone a su alcance el universo infinito de los libros y sus géneros literarios, que no solo abren las puertas de la imaginación, sino también expanden el conocimiento y fortalecen estructuras de pensamiento esenciales para aprendizajes significativos y relevantes.
Un agradecimiento muy especial, al Director del Cbtis 266, profesor Jorge Alonso Valdez Hinostroza. Gracias por la invitación, la cálida bienvenida y sus generosas palabras y muestras de afecto.
Para concluir, cito la frase de Henry Brooks Adams: “Un maestro trabaja para la eternidad; nunca sabe hasta dónde llegará su influencia”.