/ viernes 9 de agosto de 2024

Espejos de vida / Cuento del nacimiento de Sofía

Dícese que el hombre, al estar consciente de su paso efímero por la tierra y de su fragilidad humana, precisó crear las deidades necesarias para subsanar esa carencia y vacío generado por la impotencia de saberse finito, aunado a querer poseer el poder de transformar lo cotidiano en algo mágico y sagrado.

Observando la magnificencia y fuerza de la naturaleza que dieron forma al cosmos con sus potentes manifestaciones, creó al Dios del cielo, de la tierra, mar, lluvia, trueno, belleza, de la fecundidad, de la atracción sexual, entre otros muchos más, pero como de todos es sabido, la vida por sí misma se rige por antagónicos, y así aparecieron los dioses del mal, del deseo, la codicia y la lujuria, etcétera.

Así, en ese contexto de necesidades extremas nació “Sofía”. Ante tal acontecimiento, los elementos de la naturaleza dieron su fiesta de bienvenida: el cielo se estremeció emitiendo un destello de luz cegadora, el viento susurraba armónicas melodías, el fuego danzaba en el horizonte, y el agua corría en torrentes cristalinos.

Su primera respiración fue un suspiro que llenó el aire con fragancia de flores recién cortadas, y su llanto resonó como una melodía celestial que retumbó en todos los ámbitos del firmamento.

Ella fue nombrada “Sofía” reconocida como la diosa de la sabiduría, aquella que tenía una sed inaudita e inacabada por aprender y encontrar significado a todo lo que le rodeaba.

Como toda deidad, tuvo su propia descendencia por concepción divina, además una gran cantidad de súbditos y seguidores que pregonaban sus enseñanzas. Ellos se denominaron “filósofos”, y lo más inaudito es que siendo su diosa del género femenino, solo los varones tenían acceso y reconocimiento en esa búsqueda del saber.

Los sucesos cotidianos pasaron a ser observados con detenimiento, se utilizó el sentido común, el pensamiento, la creatividad y el raciocinio, para crear y transformar lo ordinario en algo extraordinario.

Desde ese momento, la diosa Sofía, ha sufrido varios embates y contratiempos, ejercidos principalmente por la ignorancia y el fanatismo, quienes eran y son hasta la actualidad, sus acérrimos contrincantes. Por quinientos años hubo una época oscura, donde prevalecieron las nubes que opacaron la razón.

Para la época del Renacimiento, se avecinaban nuevas oportunidades para que Sofía volviera a resurgir así como su relevancia. No fue un camino fácil, la inquisición se convirtió en su enemiga acérrima y todo aquel que quisiera conocer o externar algo más que los cánones impuestos, estaba condenado a morir.

Siendo de esa manera, como esta, se vistió de paciencia, perseverancia y fue buscando a las personas idóneas para llevar a cabo su proyecto de luces. Empezaron a resurgir nuevos descubrimientos, las ciencias se fueron ramificando y extendiendo por el globo terráqueo, los países que habían estado dominados por siglos, iniciaron su lucha por la independencia y otros aires de optimismo empezaron a soplar por el firmamento.

Así, en ese devenir del tiempo, se ha convertido en un faro de esperanza y una utopía para la humanidad, enseñándonos el poder eterno de la vida a través de la creación.

Sofía, sigue en eterna vigilancia, inspirando mano, mente y corazón de quienes buscamos seguir aprendiendo.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas

Dícese que el hombre, al estar consciente de su paso efímero por la tierra y de su fragilidad humana, precisó crear las deidades necesarias para subsanar esa carencia y vacío generado por la impotencia de saberse finito, aunado a querer poseer el poder de transformar lo cotidiano en algo mágico y sagrado.

Observando la magnificencia y fuerza de la naturaleza que dieron forma al cosmos con sus potentes manifestaciones, creó al Dios del cielo, de la tierra, mar, lluvia, trueno, belleza, de la fecundidad, de la atracción sexual, entre otros muchos más, pero como de todos es sabido, la vida por sí misma se rige por antagónicos, y así aparecieron los dioses del mal, del deseo, la codicia y la lujuria, etcétera.

Así, en ese contexto de necesidades extremas nació “Sofía”. Ante tal acontecimiento, los elementos de la naturaleza dieron su fiesta de bienvenida: el cielo se estremeció emitiendo un destello de luz cegadora, el viento susurraba armónicas melodías, el fuego danzaba en el horizonte, y el agua corría en torrentes cristalinos.

Su primera respiración fue un suspiro que llenó el aire con fragancia de flores recién cortadas, y su llanto resonó como una melodía celestial que retumbó en todos los ámbitos del firmamento.

Ella fue nombrada “Sofía” reconocida como la diosa de la sabiduría, aquella que tenía una sed inaudita e inacabada por aprender y encontrar significado a todo lo que le rodeaba.

Como toda deidad, tuvo su propia descendencia por concepción divina, además una gran cantidad de súbditos y seguidores que pregonaban sus enseñanzas. Ellos se denominaron “filósofos”, y lo más inaudito es que siendo su diosa del género femenino, solo los varones tenían acceso y reconocimiento en esa búsqueda del saber.

Los sucesos cotidianos pasaron a ser observados con detenimiento, se utilizó el sentido común, el pensamiento, la creatividad y el raciocinio, para crear y transformar lo ordinario en algo extraordinario.

Desde ese momento, la diosa Sofía, ha sufrido varios embates y contratiempos, ejercidos principalmente por la ignorancia y el fanatismo, quienes eran y son hasta la actualidad, sus acérrimos contrincantes. Por quinientos años hubo una época oscura, donde prevalecieron las nubes que opacaron la razón.

Para la época del Renacimiento, se avecinaban nuevas oportunidades para que Sofía volviera a resurgir así como su relevancia. No fue un camino fácil, la inquisición se convirtió en su enemiga acérrima y todo aquel que quisiera conocer o externar algo más que los cánones impuestos, estaba condenado a morir.

Siendo de esa manera, como esta, se vistió de paciencia, perseverancia y fue buscando a las personas idóneas para llevar a cabo su proyecto de luces. Empezaron a resurgir nuevos descubrimientos, las ciencias se fueron ramificando y extendiendo por el globo terráqueo, los países que habían estado dominados por siglos, iniciaron su lucha por la independencia y otros aires de optimismo empezaron a soplar por el firmamento.

Así, en ese devenir del tiempo, se ha convertido en un faro de esperanza y una utopía para la humanidad, enseñándonos el poder eterno de la vida a través de la creación.

Sofía, sigue en eterna vigilancia, inspirando mano, mente y corazón de quienes buscamos seguir aprendiendo.

Maestra Cuquis Sandoval Olivas