La cultura de un pueblo se compone del conjunto de atributos que lo caracterizan: valores, creencias, tradiciones, costumbres, modos de vida, las artes, entre otros aspectos distintivos que conforman su identidad. Esta identidad sobrevive con las modificaciones y ajustes que las nuevas generaciones van implementando con el paso de los años.
La celebración del Día de Muertos, tanto el día primero de noviembre —dedicado al alma de los niños fallecidos— como el segundo día del mes —cuando se recuerda y conmemora el espíritu de los adultos que concluyeron su etapa de vida terrenal— es una de las más distintivas en México. Además de ser reconocida y admirada a nivel mundial, destaca por la riqueza de su historia y simbología, adornada con el amor a los seres queridos ya ausentes. La festividad se llena de gala y colorido, en un ambiente donde se mezclan las emociones: hay música, comida, flores, veladoras, ofrendas y altares. La familia se reúne en torno a las tumbas para orar por el descanso eterno de sus seres queridos, recordar episodios de su vida y sentir su presencia espiritual, que se materializa en los ritos y las ofrendas.
De acuerdo con datos históricos, se dice que esta tradición fue instituida en el año 998 por el monje benedictino San Odilón de Cluny, pero fue hasta el siglo XVI cuando Roma la adoptó y comenzó a propagarse por el mundo. En México, se tienen evidencias de que, desde antes de la Conquista, ya era practicada por culturas como la totonaca, mexica, purépecha y maya. Así, el Día de Muertos actual es una mezcla de ese pasado indígena y del catolicismo.
Aunque es una celebración nacional, hay estados del sur de México que sobresalen por la intensidad y colorido de sus celebraciones: Oaxaca (con el sendero de Mictlán), Michoacán (especialmente en Pátzcuaro y Janitzio), Xochimilco (con la Isla de las Muñecas) y Ciudad de México (con la alumbrada). Estos rituales, realizados con pasión e intensidad, convierten a estos lugares en importantes puntos turísticos, donde se despliega una riqueza de tradiciones y arte en la creación de símbolos.
En Hidalgo del Parral, Chihuahua, los preparativos para el Día de Muertos también comienzan con antelación. El gobierno municipal, a través de sus distintos departamentos, convoca a las instituciones educativas y organizaciones, como "La Casa de los Abuelos", a participar en desfiles, obras de teatro, recitales poéticos, elaboración y lectura de calaveritas literarias, así como en la creación de altares y tapetes. También se realiza la puesta en escena de “Hablando con los muertos”, donde participa la comunidad y se involucra a los más pequeños para mantener viva la tradición.
Los talleres de la “Casa de los Abuelos” destacan en cada una de sus participaciones, con un altar y un tapete gigante, acompañados de una narración descriptiva sobre el significado de cada elemento. Además, una de las voces femeninas más distintivas, Conchis Cordero Cobos, junto con el distinguido maestro de coro, José Luis Ibarra, brindaron una magnífica intervención musical. También se presentan exhibiciones gastronómicas y de tejido, acompañadas por el grupo de guitarra que deleita al público con sus interpretaciones.
El taller de teatro, coordinado por el “Señor Teatro de Parral” Luis Moriel, participa en el desfile de mariachis, catrinas y catrines, realizando un homenaje especial a Carlos Isaac Lara, exponente de la música mexicana y orgullosamente parralense, conocido como “El Tordillo”. Sus melodías son interpretadas por la voz varonil de Armando Lozano y coreadas por el público y los participantes.
Estas celebraciones se extienden por varios días, y la ciudad se llena de flores de cempasúchil, banderillas de colores ondeando en el aire, música, puestos de comida y venta de diversos artículos. Los panteones se llenan de gente, color y vida, creando un contraste vibrante con el concepto de muerte que allí habita.