/ sábado 27 de julio de 2024

Entre voces / Quijotes y Sanchos a caballo

Estos días al recibir la cabalgata, no solo vimos hermosos rocinantes, y más Sanchos que Quijotes, pero algo tenían la mayoría: una cerveza en la mano. El consumo de bebidas alcohólicas en espacios públicos es una práctica común en muchas sociedades. Si bien para algunos representa una forma de esparcimiento o relajación, para otros puede generar molestias e incluso ser un factor de riesgo, especialmente cuando se trata de los niños y menores de edad.

Lo que es algo ilegal, ese día se vuelve presunción. Observar a adultos bebiendo alcohol en las calles, parques u otros lugares públicos puede llevar a los niños a normalizar este comportamiento y asociarlo con la diversión o el ocio. Esto puede aumentar la probabilidad de que inicien el consumo a una edad temprana, con las graves consecuencias que esto puede traer para su salud y desarrollo. El consumo de alcohol en la vía pública puede generar conductas inadecuadas, como ruido excesivo, peleas o actos vandálicos. Los niños expuestos a estas situaciones pueden desarrollar comportamientos similares o incluso sufrir agresiones.

Quienes consumen alcohol en espacios públicos pueden tener una menor capacidad de reacción y juicio, lo que aumenta el riesgo de accidentes, tanto para ellos mismos como para los demás. Los niños, por su naturaleza curiosa e impulsiva, son especialmente vulnerables en estas situaciones. Todo esto puede generar problemas de salud pública como altercados violentos, vandalismo, accidentes de tránsito e incluso problemas de higiene, no se diga las calles que se convirtieron en mingitorios durante el trayecto de los cientos de jinetes encervezados.

Los adultos, como padres, educadores y miembros de la sociedad, tenemos la responsabilidad de ser modelos positivos para las nuevas generaciones. Esto incluye evitar el consumo excesivo de alcohol, especialmente en espacios públicos donde puedan ser observados por niños y menores de edad. No podemos excusarnos en la ley de no venta a menores, cuando sabemos que muchos chavos de dieciocho, las compran y se van al mirador con sus amigos menores de edad. Si esta irresponsabilidad, van y la solapan los padres de familia al ir por sus hijos, no parece ser la solución. Nuevamente surge la pregunta ¿qué podemos hacer?

Es importante promover un estilo de vida saludable entre los niños y jóvenes, incluyendo una alimentación balanceada, actividad física regular y opciones de ocio alternativas al consumo de alcohol. Es fundamental establecer un diálogo abierto y honesto con los niños y jóvenes sobre los riesgos del consumo de alcohol, tanto en espacios públicos como en privados.

Los adultos tenemos la urgencia de ser modelos positivos para los niños y jóvenes, evitando el consumo excesivo de alcohol y comportándose de manera responsable en todos los ámbitos. Incluso se pueden impulsar iniciativas para crear espacios públicos libres de alcohol, como parques, zonas deportivas o eventos familiares. Es importante que las leyes que regulan el consumo de alcohol en la vía pública sean claras y se cumplan de manera efectiva.

En definitiva, erradicar el consumo de alcohol en la vía pública no solo es un asunto de orden público, sino también de salud pública y protección a la infancia. Es responsabilidad de todos, como adultos y miembros de la sociedad, crear un entorno seguro y saludable para las nuevas generaciones. Una verdadera cultura de la prevención de choques, asesinatos y accidentes debido al consumo del alcohol, empieza desde la organización de eventos, que quedan grabados en la memoria de todos los visitantes y mirones. En el futuro quizá no podrán comprarse un caballo así, pero beber cerveza públicamente, los hará sentir quijotes o sanchos a caballo.

Leonel Larios Medina / Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

Estos días al recibir la cabalgata, no solo vimos hermosos rocinantes, y más Sanchos que Quijotes, pero algo tenían la mayoría: una cerveza en la mano. El consumo de bebidas alcohólicas en espacios públicos es una práctica común en muchas sociedades. Si bien para algunos representa una forma de esparcimiento o relajación, para otros puede generar molestias e incluso ser un factor de riesgo, especialmente cuando se trata de los niños y menores de edad.

Lo que es algo ilegal, ese día se vuelve presunción. Observar a adultos bebiendo alcohol en las calles, parques u otros lugares públicos puede llevar a los niños a normalizar este comportamiento y asociarlo con la diversión o el ocio. Esto puede aumentar la probabilidad de que inicien el consumo a una edad temprana, con las graves consecuencias que esto puede traer para su salud y desarrollo. El consumo de alcohol en la vía pública puede generar conductas inadecuadas, como ruido excesivo, peleas o actos vandálicos. Los niños expuestos a estas situaciones pueden desarrollar comportamientos similares o incluso sufrir agresiones.

Quienes consumen alcohol en espacios públicos pueden tener una menor capacidad de reacción y juicio, lo que aumenta el riesgo de accidentes, tanto para ellos mismos como para los demás. Los niños, por su naturaleza curiosa e impulsiva, son especialmente vulnerables en estas situaciones. Todo esto puede generar problemas de salud pública como altercados violentos, vandalismo, accidentes de tránsito e incluso problemas de higiene, no se diga las calles que se convirtieron en mingitorios durante el trayecto de los cientos de jinetes encervezados.

Los adultos, como padres, educadores y miembros de la sociedad, tenemos la responsabilidad de ser modelos positivos para las nuevas generaciones. Esto incluye evitar el consumo excesivo de alcohol, especialmente en espacios públicos donde puedan ser observados por niños y menores de edad. No podemos excusarnos en la ley de no venta a menores, cuando sabemos que muchos chavos de dieciocho, las compran y se van al mirador con sus amigos menores de edad. Si esta irresponsabilidad, van y la solapan los padres de familia al ir por sus hijos, no parece ser la solución. Nuevamente surge la pregunta ¿qué podemos hacer?

Es importante promover un estilo de vida saludable entre los niños y jóvenes, incluyendo una alimentación balanceada, actividad física regular y opciones de ocio alternativas al consumo de alcohol. Es fundamental establecer un diálogo abierto y honesto con los niños y jóvenes sobre los riesgos del consumo de alcohol, tanto en espacios públicos como en privados.

Los adultos tenemos la urgencia de ser modelos positivos para los niños y jóvenes, evitando el consumo excesivo de alcohol y comportándose de manera responsable en todos los ámbitos. Incluso se pueden impulsar iniciativas para crear espacios públicos libres de alcohol, como parques, zonas deportivas o eventos familiares. Es importante que las leyes que regulan el consumo de alcohol en la vía pública sean claras y se cumplan de manera efectiva.

En definitiva, erradicar el consumo de alcohol en la vía pública no solo es un asunto de orden público, sino también de salud pública y protección a la infancia. Es responsabilidad de todos, como adultos y miembros de la sociedad, crear un entorno seguro y saludable para las nuevas generaciones. Una verdadera cultura de la prevención de choques, asesinatos y accidentes debido al consumo del alcohol, empieza desde la organización de eventos, que quedan grabados en la memoria de todos los visitantes y mirones. En el futuro quizá no podrán comprarse un caballo así, pero beber cerveza públicamente, los hará sentir quijotes o sanchos a caballo.

Leonel Larios Medina / Sacerdote católico y licenciado en comunicación social