Se acabaron las dos semanas intensas de deportes que llenaron de luz, sonido y más de una fiesta la capital francesa. París recibió y despidió a los atletas del mundo, delegaciones de países ilusionados por ganar una presea. México obtuvo cinco, ni oro, ni plata, parece que solo se podrá quebrar la piñata esperando que para los Ángeles 2028 nos sea posible alcanzarlas.
El poco rendimiento de los atletas, tiene que ver con el reducido apoyo a los talentos, pues se van los recursos en sostener miles de “ninis” (que ni estudian ni trabajan, pero sí votan). La distribución de recursos, es todo un tema que hoy no quiero tratar, además de no ser un experto en ello.
Dentro de las competencias del atletismo están los cuatro por cuatrocientos, una disciplina veloz, donde no sólo brilla una estrella, sino que tienen que ser cuatro velocistas quienes intercambian la estafeta en el periodo de metros que tienen que correr. Es muy emocionante, pues corriendo sin perder tiempo, ni hacer perder al equipo, tienen que pasar la estafeta.
Algo parecido pasa cada vez que cambia todo un equipo de trabajo en el gobierno, a nivel municipal, estatal o federal. ¡Qué distintas son las carreras cuando son de un partido a cuando son motivo de una alternancia! Pareciera que el equipo no es la ciudad y su bien común, sino el partido y sus leales compañeros de trabajo y de beneficios por contratos y nóminas.
Quiero referirme a una enfermedad que no solo es de estos años, sino que parece que nos aqueja desde que México trata de ser libre. A nivel municipal, los primeros comentarios en el equipo de transición es que no hay dinero para lo que resta del año, sobre todo para fiestas patrias y revolucionarias. Las arcas se dejan vacías, las deudas con proveedores, regularmente cargadas de color rojo. Repito, no es enfermedad de un partido, sino de la clase política mexicana.
Tendrán que esperar las lluvias del predial, para poder tener recursos propios, mientras se tendrá que pedir prestado al gobernador en turno, para poder sacar el año. Pareciera que a regañadientes, porque la ciudadanía así lo decidió, tienen que soltar la estafeta que pensaban que ya era el trofeo mientras la cargaba.
¿Qué carrera corremos? ¿Quiénes son el equipo? ¿Quién les enseñó las reglas y los entrenó para hacer el mejor papel? Sin duda, un ciudadano sensato podría decir, no gasten en cohetes el 16, no hagan gastos revolucionarios, la situación económica no está para gastar lo que no se tiene. Pero el eco del qué dirán, el riesgo de que el pueblo quiera seguir teniendo pan y circo, los moverá seguramente a buscar cómo entretener, baja la inmadura mirada del gastar sin tener.
Los equipos de conjunto en los deportes, enseñan mucho, a sumar habilidades. Algunos destacan como estrellas, otros simplemente tienen que cubrir el mínimo de rendimiento, siendo seleccionados entre los mejores para dar el máximo.
Como ciudadano, me comprometo a dar lo máximo de mi parte, en comité de vecinos, quiero participar, buscando el tiempo que no tengo a veces, pero como un compromiso político serio, que sea ejemplar para otros. Así mismo, pido a los nuevos gobernantes, que no se busquen a sí mismos, que no piensen que corren en su propio estadio, su carrera y sus intereses. Hoy les tocará representarnos, no como delegación deportiva, sino como autoridades, que en sus manos y decisiones, estará el bienestar de muchas personas. Sepan correr en equipo, y reciban la estafeta, y lo que hoy criticarán seguramente de cómo es dejan la anterior administración, no se escuden en ello, corran y dejen lo mejor cuando se tengan que ir y dejar correr al siguiente. Por favor aprendan a pasar la estafeta.