/ sábado 3 de agosto de 2024

Entre voces / Gorditos pero contentos

Es un tema recurrente y que me afecta en primera persona, pues tengo décadas de mi vida peleando contra este mal que afecta a millones de mexicano: la obesidad. Además mis pleitos no son solo con el internista o la nutrióloga, sino con las tortillas de harina y las botanas que ponen siempre delante de mis ojos y me seducen. Tortillas o gorditas de harina recién hechas le ganan en seducción a la caminadora que parece quedarse en el olvido.

La obesidad es un problema de salud pública que afecta significativamente a la población mexicana. En el país el cuarenta por ciento de los mayores de veinte años padecemos sobrepeso y el treinta y seis, obesidad. Cifras alarmantes que denotan una situación de sedentarismo, apoltronamiento y hartazón de comida que no alcanzamos a digerir. Comemos mucho y mal. Y este mal se hereda a los hijos, pues los niños vienen siguiendo a pasos de gigantes los errores paternos.

Las consecuencias de la obesidad se asocian principalmente con enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Además, puede provocar trastornos óseos, musculares y aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, parece que la advertencia de estas enfermedades no nos quitan la cuchara de la mano.

Las cooperativas escolares, que supuestamente hicieron cambios en los productos de venta a los niños en escuelas, terminaron cediendo al gusto y al cliente, es decir, los niños no quieren comer sano, solo chatarra, pues les damos lo que quieren aunque les traiga daños crónicos.

Hace unos días veía como el futbolista portugués muy conocido llamado Cristiano Ronaldo, al final de un partido, en la rueda de prensa, le tenían un refresco oscuro muy conocido, y lo quitó y dijo que lo que necesitaban tomar los niños y las personas era agua natural. Las ventas de ese producto disminuyeron ese día, con el ejemplo del deportista. Claro que tienen muy buena mercadotecnia y la gente mala memoria, para seguir en las mismas.

Es fundamental promover hábitos saludables desde la infancia, como una alimentación balanceada y la actividad física regular. Los adultos tendremos que poner el ejemplo al dejar el carro en el último cajón del estacionamiento del supermercado o no querer siempre estacionarnos en la puerta de la Iglesia o a donde vayamos. Si no practicamos algún deporte, al menos sea el caminar, pasear, salir a caminar con el perro o mejor con tus hijos.

Las políticas de prevención deben enfocarse en educación nutricional, acceso a alimentos saludables y fomento de la actividad física. He conocido países que incentivan mucho el que sus trabajadores hagan ejercicio, porque eso será mejor para la empresa y sociedad, tener empleados sanos, como ir a gimnasios o albercas. Además de toda una cultura del movimiento, en las escuelas y en todas las reuniones.

La lucha contra la obesidad requiere un enfoque integral que involucre a la sociedad, las instituciones de salud y el gobierno. No se trata de vanidad, sino de salud. Juntos, podemos trabajar para reducir esta epidemia y mejorar la calidad de vida de todos niños, jóvenes y adultos. Es mejor prevenir esas enfermedades, que después querer solucionarlo todo con pastillas. Aunque la comida mexicana sea muy rica y haya puestos de tacos a cada cincuenta metros, quitémonos esa frase de que somos gorditos pero contentos.

Leonel Larios Medina / Sacerdote católico y licenciado en comunicación social

Es un tema recurrente y que me afecta en primera persona, pues tengo décadas de mi vida peleando contra este mal que afecta a millones de mexicano: la obesidad. Además mis pleitos no son solo con el internista o la nutrióloga, sino con las tortillas de harina y las botanas que ponen siempre delante de mis ojos y me seducen. Tortillas o gorditas de harina recién hechas le ganan en seducción a la caminadora que parece quedarse en el olvido.

La obesidad es un problema de salud pública que afecta significativamente a la población mexicana. En el país el cuarenta por ciento de los mayores de veinte años padecemos sobrepeso y el treinta y seis, obesidad. Cifras alarmantes que denotan una situación de sedentarismo, apoltronamiento y hartazón de comida que no alcanzamos a digerir. Comemos mucho y mal. Y este mal se hereda a los hijos, pues los niños vienen siguiendo a pasos de gigantes los errores paternos.

Las consecuencias de la obesidad se asocian principalmente con enfermedades crónicas como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares. Además, puede provocar trastornos óseos, musculares y aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, parece que la advertencia de estas enfermedades no nos quitan la cuchara de la mano.

Las cooperativas escolares, que supuestamente hicieron cambios en los productos de venta a los niños en escuelas, terminaron cediendo al gusto y al cliente, es decir, los niños no quieren comer sano, solo chatarra, pues les damos lo que quieren aunque les traiga daños crónicos.

Hace unos días veía como el futbolista portugués muy conocido llamado Cristiano Ronaldo, al final de un partido, en la rueda de prensa, le tenían un refresco oscuro muy conocido, y lo quitó y dijo que lo que necesitaban tomar los niños y las personas era agua natural. Las ventas de ese producto disminuyeron ese día, con el ejemplo del deportista. Claro que tienen muy buena mercadotecnia y la gente mala memoria, para seguir en las mismas.

Es fundamental promover hábitos saludables desde la infancia, como una alimentación balanceada y la actividad física regular. Los adultos tendremos que poner el ejemplo al dejar el carro en el último cajón del estacionamiento del supermercado o no querer siempre estacionarnos en la puerta de la Iglesia o a donde vayamos. Si no practicamos algún deporte, al menos sea el caminar, pasear, salir a caminar con el perro o mejor con tus hijos.

Las políticas de prevención deben enfocarse en educación nutricional, acceso a alimentos saludables y fomento de la actividad física. He conocido países que incentivan mucho el que sus trabajadores hagan ejercicio, porque eso será mejor para la empresa y sociedad, tener empleados sanos, como ir a gimnasios o albercas. Además de toda una cultura del movimiento, en las escuelas y en todas las reuniones.

La lucha contra la obesidad requiere un enfoque integral que involucre a la sociedad, las instituciones de salud y el gobierno. No se trata de vanidad, sino de salud. Juntos, podemos trabajar para reducir esta epidemia y mejorar la calidad de vida de todos niños, jóvenes y adultos. Es mejor prevenir esas enfermedades, que después querer solucionarlo todo con pastillas. Aunque la comida mexicana sea muy rica y haya puestos de tacos a cada cincuenta metros, quitémonos esa frase de que somos gorditos pero contentos.

Leonel Larios Medina / Sacerdote católico y licenciado en comunicación social