/ lunes 19 de agosto de 2024

El mundo del revés

Cuando me platicaban las hazañas logradas por muchas personas chihuahuenses en 1986, cuando peleaban para que el voto valiera, las instituciones funcionaran y hubiera justicia, me sentía muy orgulloso. En muchas conversaciones me tocó hablar de la valentía que había en esta tierra para luchar por causas comunes, y que fue aquí donde se dio aquella batalla democrática que cimbró a todo el país. Hoy, ¿dónde está esa ciudadanía? ¿Ya no existe?

Cuando entras en política, te das cuenta de lo putrefacto que está todo el sistema y ves que la única forma de poderlo transformar es con la presión de la ciudadanía. Cuando estás dentro del gobierno, logras ver que una sociedad organizada puede hacer temblar cualquier acción política o gubernamental. Los partidos crecieron porque la ciudadanía se hizo pequeña. Estiraron tanto la liga que lograron darle la vuelta, y ahora son ellos los poderosos y los ciudadanos solo entes a manipular.

Hoy, esa ciudadanía guerrera está cooptada o autoengañada. Hoy podemos ver las mayores injusticias y no decir nada. Podemos escuchar una mentira mil veces y terminaremos autoengañándonos. No queremos ver ni decir nada sobre el elefante blanco en la habitación porque nos da miedo perder los privilegios que ni siquiera tenemos. Antes nos reíamos con un "¿te imaginas que…?" y hoy, que se convirtió en realidad, ya no reímos, pero tampoco reclamamos.

Ojalá aquellos que vivieron esas luchas volvieran y les recordarán a los presentes que los grandes cambios positivos en la sociedad se logran cuando todas y todos ayudamos a construir justicia y paz. Ojalá vinieran a enseñarnos que ninguna injusticia se debe tolerar y mucho menos aplaudir para quedar bien. Ojalá regresaran esos chihuahuenses para decirnos que repetir la mentira no ayuda en nada. Ojalá que lo que pregonamos ante el mundo, lo aplicamos en nuestra tierra.

La vida da muchas vueltas, pero somos los ciudadanos quienes decimos hasta dónde debe girar el timón para llevar el barco en la dirección correcta. Imagínate que vieras que ese barco está siendo dirigido hacia un peñasco y no pudieras decir nada más que aplaudirle al capitán. Este es el ejemplo más claro de lo que sucede todos los días en nuestro país, en nuestro estado, en nuestro municipio y hasta en nuestras empresas. Por eso digo que la única forma de que ese barco no colapse es que las personas dentro de él comiencen a oponerse a los errores, injusticias, corruptelas, etc. Tanto ayuda el que le hace saber los errores al capitán como el que conversa con otro tripulante haciéndole saber su inconformidad por alguna acción.

La esperanza se transmite de una generación a otra, y los ejemplos son los mayores estimulantes para generar esa esperanza. Con todo lo que estamos viendo suceder, ¿qué ganas les vamos a dejar a las siguientes generaciones de luchar contra la corrupción? ¿Vale la pena combatir la inseguridad? ¿Es rentable señalar las injusticias?

Al que le caiga el saco, que se lo ponga, pero yo creo que todos aquí tenemos algo que hacer para construir ese país y ese Chihuahua donde todos soñamos y merecemos vivir.