Hablar del trabajo es hablar sobre un aspecto sumamente importante en la vida de cualquier hombre o mujer de esta sociedad; sin embargo éste ha sido conceptualizado desde tiempos remotos, como una carga que hay que tener que sobrellevar, un aspecto de la vida que no se realiza por gusto, sino por necesidad; ¿Por qué trabajas tú?, en la respuesta podríamos encontrar la motivación de muchos de nosotros: "para poder vivir mejor, para darle lo mejor a mis hijos, para comprar lo que me gusta, por necesidad, porque no queda de otra, etcétera, etcétera y más etcéteras"; todas respuestas enfocadas a motivaciones extrínsecas. Por otro lado, tenemos una historia que pesa y ha pesado en la vida del ser humano, mientras el trabajo siga siendo visto como medio, seguirá siendo una carga que hay que sobrellevar. ¿En qué momento nosotros, los seres humanos, podremos ver el trabajo como un fin, como un legado?, si bien es cierto que una parte de la población no tiene la oportunidad de elegir en qué trabajar, dada las circunstancias que le ha tocado vivir, sí es cierto que tiene la posibilidad de elegir cómo vivir su trabajo; es decir, el contexto no lo ha determinado en la cuestión de elección personal sobre la manera en que hará el trabajo, podrá hacerlo lamentándose de su condición o dando lo mejor de sí.
Es triste escuchar o leer comentarios de personas que dicen: "estoy en el trabajo, ¡qué flojera!", o mensajes semejantes, entonces, ¿qué haces ahí? ¡Qué torpeza es luchar contra una realidad como el trabajo!, porque se quiera o no, el trabajo es una necesidad para subsistir en nuestra sociedad actual, entonces, si a pesar de todo voy a trabajar, ¿por qué no hacerlo con la mejor actitud y dando lo mejor de uno mismo? Sin embargo, hallamos día con día ejemplos de todo lo contrario, personas que realizan lo mínimo o únicamente lo que les piden individuos que se sienten cómodos y seguros con el puesto que tienen, y por lo tanto, sólo hacen lo que sea necesario para seguir manteniéndolo. Hombres y mujeres de reacción y no de acción, que se desviven en lo urgente al no ser capaces de ser propositivos, sino únicamente trabajando para lo que se tenga que hacer en ese momento, por eso si tú tienes un trabajo cuídalo mediante una sonrisa, una palabra de aliento, un servicio con atención, una palmada, un regaño en tiempo, una palabra de ánimo, hacer tu trabajo lo mejor posible, ¡todo ello es trascendencia!... La alegría en el trabajo no se encontrará nunca en lo externo, más bien, se ha de hallar en lo poco o mucho que yo esté haciendo bien en el lugar donde laboro; de eso dependerá mi satisfacción o insatisfacción con el trabajo, claro está que existirán momentos en que el cansancio se presente, por eso tampoco hay que olvidar la importancia del descanso o de pasatiempos en los cuales nos dediquemos a una actividad que nos agrade a encontrar nuestro sentido de vida y por ende también el trabajo, se presentará como algo aburrido, como una carga, como un tormento; pero si está lleno de razones para hacerlo, el trabajo será un legado.
Al final de cuentas, el amor que le tienes a tu trabajo es un reflejo del amor que te tienes a ti mismo.
Steve Sánchez Ribota