/ viernes 30 de agosto de 2024

Curanderos... / Mi sueño de ser rico

De niño soñé con ser rico para ayudar a los pobres… cuando le conté el sueño a mi abuelita, quien apenas sabía leer, pero llena de la sabiduría que da la vida, me preguntó qué significaba ser rico para mi, sin pensarlo le contesté: tener mucho dinero, ¡claro! Me contó que ella huyó a los 12 años del rancho iniciando un viaje de 6 horas en tren a la ciudad, porque perdió un borrego en el pastoreo, su padrastro tenía muchas tierras, ganado incontable y cofres con dinero que nunca gastó, pero vivió pobre y murió pobre, porque ser rico significa ayudar a los demás, dar sin remordimiento y vivir en abundancia de amor, estoy seguro que mis abuelitas partieron siendo ricas.

En el 2020 me fijé una meta: poner un Centro Oncológico porque sé lo que es despedir a un paciente por cáncer, pero cada paciente puede ser un hermano, una madre, un abuelo o una hija; me impuse como plazo 15 años, debido a la magnitud del proyecto y al ver la poca disponibilidad de médicos especialistas para venir a nuestra ciudad, ingresé a dar clases en la Facultad de Medicina para generar el interés de que se formen como Oncólogos y regresen. Ese mismo año conocí a Valeria Alvarado, “Dioscidencias” quizá, una palabra que escuche por primera vez aquí; en el 2021, a mi padre le diagnosticaron cáncer, el año pasado falleció Valeria, y este año a mi padre le dijeron que ya no había células cancerígenas en su cuerpo, lo cual me hizo sentir paz, pero pensativo: ¿cómo una enfermedad puede cortar la existencia por no tener accesible un centro oncológico oportunamente?, por eso pido a Dios guíe mis decisiones para lograr esa meta en bien de nuestra comunidad.

He tenido miles de pacientes, cada uno ha dejado una huella en mi, pero una pequeña de 17 años me enseñó una filosofía de vida que valdría la pena imitar, ella tomaba cada granito de arena en su reloj de vida y lo invertía (es decir, lo multiplicaba) al sembrarlo en otras personas, dejando una semillita de amor que abonaba con su sonrisa, no despilfarraba el tiempo, ni siquiera cuando recibió la noticia de que tenía una enfermedad con la cual, muchos pierden lo más valioso, aquello que no se puede comprar: la vida misma.

Su nombre: Valeria Alvarado, imagino, se sintió afligida al recibir el diagnóstico de que tenía un tumor cancerígeno, pero al ver triste a su familia, ella sonrió, no salió a querer aventarse del paracaídas, conducir una moto o fugarse en abusos como algunos lo harían, pensando: “al fin de algo me voy a morir”; al contrario, le tomó un amor a la vida, tan increíble como cuando probamos un postre delicioso del cual sabemos que nos queda una porción pequeña y al momento que lo sirvieron nos indican que es lo último, la mayoría no le daríamos tanta importancia a la noticia, y diríamos ¡luego regresamos!, pero a Val la estaban apresurando, sabía que quizá al dia siguiente no podría volver e inteligentemente disfrutó enorme todas moronas, pidió la cuenta del restaurante, pero también la receta, con su alegría convenció al “Gran Chef” de que sus padres, sus hermanos y seres queridos necesitarán ese postre cuando ella los dejara, por lo que ese ser celestial le compartió la receta y unos consejos.

Ella partió de este “restaurante” llamado “mundo terrenal”, pero antes de irse físicamente, repartió la receta que decía: 1. Da gracias por el día que abres los ojos. 2. Vive lo que te toca ese día. 3. Hazle más alegre su día a quienes te rodean sin importar qué tan mal te sientas. 4. Planea el día de mañana (aún cuando puede que no estés). 5. Al llegar la noche y cerrar los ojos, da gracias a Dios por la oportunidad recibida.

El 30 de agosto presentamos su libro, Dios nos permita que sea el cimiento de un Centro Oncológico en nuestra ciudad.

Dr. Odín Isaac Gerónimo / Médico Cirujano Militar

De niño soñé con ser rico para ayudar a los pobres… cuando le conté el sueño a mi abuelita, quien apenas sabía leer, pero llena de la sabiduría que da la vida, me preguntó qué significaba ser rico para mi, sin pensarlo le contesté: tener mucho dinero, ¡claro! Me contó que ella huyó a los 12 años del rancho iniciando un viaje de 6 horas en tren a la ciudad, porque perdió un borrego en el pastoreo, su padrastro tenía muchas tierras, ganado incontable y cofres con dinero que nunca gastó, pero vivió pobre y murió pobre, porque ser rico significa ayudar a los demás, dar sin remordimiento y vivir en abundancia de amor, estoy seguro que mis abuelitas partieron siendo ricas.

En el 2020 me fijé una meta: poner un Centro Oncológico porque sé lo que es despedir a un paciente por cáncer, pero cada paciente puede ser un hermano, una madre, un abuelo o una hija; me impuse como plazo 15 años, debido a la magnitud del proyecto y al ver la poca disponibilidad de médicos especialistas para venir a nuestra ciudad, ingresé a dar clases en la Facultad de Medicina para generar el interés de que se formen como Oncólogos y regresen. Ese mismo año conocí a Valeria Alvarado, “Dioscidencias” quizá, una palabra que escuche por primera vez aquí; en el 2021, a mi padre le diagnosticaron cáncer, el año pasado falleció Valeria, y este año a mi padre le dijeron que ya no había células cancerígenas en su cuerpo, lo cual me hizo sentir paz, pero pensativo: ¿cómo una enfermedad puede cortar la existencia por no tener accesible un centro oncológico oportunamente?, por eso pido a Dios guíe mis decisiones para lograr esa meta en bien de nuestra comunidad.

He tenido miles de pacientes, cada uno ha dejado una huella en mi, pero una pequeña de 17 años me enseñó una filosofía de vida que valdría la pena imitar, ella tomaba cada granito de arena en su reloj de vida y lo invertía (es decir, lo multiplicaba) al sembrarlo en otras personas, dejando una semillita de amor que abonaba con su sonrisa, no despilfarraba el tiempo, ni siquiera cuando recibió la noticia de que tenía una enfermedad con la cual, muchos pierden lo más valioso, aquello que no se puede comprar: la vida misma.

Su nombre: Valeria Alvarado, imagino, se sintió afligida al recibir el diagnóstico de que tenía un tumor cancerígeno, pero al ver triste a su familia, ella sonrió, no salió a querer aventarse del paracaídas, conducir una moto o fugarse en abusos como algunos lo harían, pensando: “al fin de algo me voy a morir”; al contrario, le tomó un amor a la vida, tan increíble como cuando probamos un postre delicioso del cual sabemos que nos queda una porción pequeña y al momento que lo sirvieron nos indican que es lo último, la mayoría no le daríamos tanta importancia a la noticia, y diríamos ¡luego regresamos!, pero a Val la estaban apresurando, sabía que quizá al dia siguiente no podría volver e inteligentemente disfrutó enorme todas moronas, pidió la cuenta del restaurante, pero también la receta, con su alegría convenció al “Gran Chef” de que sus padres, sus hermanos y seres queridos necesitarán ese postre cuando ella los dejara, por lo que ese ser celestial le compartió la receta y unos consejos.

Ella partió de este “restaurante” llamado “mundo terrenal”, pero antes de irse físicamente, repartió la receta que decía: 1. Da gracias por el día que abres los ojos. 2. Vive lo que te toca ese día. 3. Hazle más alegre su día a quienes te rodean sin importar qué tan mal te sientas. 4. Planea el día de mañana (aún cuando puede que no estés). 5. Al llegar la noche y cerrar los ojos, da gracias a Dios por la oportunidad recibida.

El 30 de agosto presentamos su libro, Dios nos permita que sea el cimiento de un Centro Oncológico en nuestra ciudad.

Dr. Odín Isaac Gerónimo / Médico Cirujano Militar