A punto de que el Día de Muertos llegue son conocidas estas fechas como “Día de todos lo Santos”, seguido por el Día de los fieles difuntos, nos genera una oportunidad para recordar a quien se adelantó en un camino que todos vamos a recorrer sin importar la edad, aún cuando se reconoce que mientras más grande es más común, no discrimina al pobre o al rico, entre el creyente y el ateo o entre el sano y el enfermo como en los accidentes, ni masculinos o femeninas.
La muerte ya hablaba el lenguaje incluyente desde antes que las mujeres y los hombres tuviéramos un debate de su uso, de cómo se genera polémica para sentirse parte de una oración, pero cuando la oración se refiere a un final como: la muerte vienen por… él o ella, a nadie le gustaría estar en primer lugar, la muerte siempre ha tenido esa ambigüedad entre castigo o premio, entre maldición o bendición, pero sin importar el concepto que le demos, ella llegará, así se vea como algo esperado o una situación con temor incluso repudiada.
En lo personal, considero que es algo natural a donde todos llegaremos sin importar si tenemos la mayor cantidad de recursos o tenemos una vida precaria, como le pasó a Steve Jobs, el socio fundador de Apple, teniendo acceso a tecnología más reciente, con el dinero suficiente para sostener un país pequeño, pero no pudo prolongar su vida más allá de cuando llegó y la pregunta es si el legado que sobrevive se puede considerar una extensión de su existencia, es obvio que tiene su “toque” a pesar de su ausencia, así como una familia cuando parte un ser querido, donde ese integrante de la familia sigue participando en algunas decisiones.
Estas fechas nos ayudan a recordar a esa persona que no está, sería conveniente analizar para qué le recordamos, qué dejó en nosotros (algo más que una cuestión física o material) una forma de hablar, una manera de comer, un hábito o mal hábito, pero cómo influye aún en nuestras decisiones. Mi abuelita cuando partió le di las gracias porque me enseñó a trabajar desde niño, el tener una remuneración por ese trabajo y cómo utilizar el dinero para llevarla al cine a una función de permanencia voluntaria, donde se podía uno quedar dos o tres funciones viendo la misma película, en un día miércoles que el cobro era “dos por uno”, por lo que también me enseñó cómo aprovechar una oferta, todo eso hace que ella viva en mí por medio de mis acciones.
Va más allá de revivir el dolor del momento de la muerte, sino homenajear su vida desde nuestra vida, y darles la gracias por sus enseñanzas o el impacto que tuvieron en nuestro ser, dedicándoles un momento de nuestro día o todo el día en su honor, no necesita ser un gran homenaje, en ocasiones sólo con decir: este guisado lo cocino en tu honor…, voy a ir al doctor para cuidarme por ti…, estar como a nuestros seres queridos les gustaría vernos, es decir plenos, felices, optimistas, contentos, en un estado de bienestar.
Dios mediante todos tengamos una vida digna y cuando llegue el momento de partir, dejemos seres que nos mantengan vivos en su memoria y acciones logrando así trascender con la bendición de Dios.