/ viernes 20 de septiembre de 2024

Curanderos... / El dolor compartido se divide y disminuye

Cuando vamos a cargar un mueble, si al momento que lo intentamos separar del piso vemos que es demasiado pesado, analizamos la situación para ver de qué manera moverlo, quizá pase por nuestras ideas el arrastrarlo, hacer palanca o pedir ayuda para poder levantarlo, cuando tomamos las primeras dos opciones podemos lastimarnos e incluso si al hacer palanca quedamos atrapados estando solos, sería difícil que alguien nos auxiliara; la tercer opción indica la posibilidad de que una persona más se integre a la tarea, pero si al llegar entre los dos nos es imposible, buscaremos a alguien más.

Con el duelo parcialmente funciona similar, la situación nos toma de sorpresa, comenzamos solos un proceso donde puede que la gente vea esas señales que algo anda mal en nuestra vida, se acerque para ver si puede ayudar, pero si estamos cargando una caja, nos ofrecen ayuda y les decimos que no, gracias; seguirán su camino, con su vida, el aceptar ayuda o apoyo no es una muestra de debilidad, al contrario es prueba de que sentimos, que somo humanos y como tales requerimos de nuestra sociedad.

Sin embargo, cuando sucede un acto doloroso, regularmente no podemos prevenir muchas situaciones, es como si ese mueble pesado de pronto cayera sobre nosotros, y algo similar a cuando estamos solos o nos sentimos así. Cuando una persona sufre piensa que está aislada, por lo tanto que nadie podría prestarle ayuda en ocasiones el sufrimiento provoca pena o un sentimiento de lástima que no queremos tengan los demás hacia nosotros, la situación que está pasando piensa que es única, sin ubicar que muchas personas más han sobrevivido situaciones similares, su caso puede ser único pero la situación similar; es decir “Don Panfleto” es mi padre, muchos han pasado por la muerte de un padre, pero cuando fallece Don Panfleto, solo su hijo o hijos vivirán ese caso en específico.

Si durante un evento que nos esté generando dolor nos rodeamos de gente empática con el mismo, nos genera una zona de confort donde quizá nos sintamos seguros para vivir el proceso de recuperación a eso me refiero con que el dolor se hace menor cuando se carga entre más personas, es una idea desde donde surgieron los grupos de apoyo como alcohólicos anónimos, donde son personas que no necesariamente tienen una formación profesional psicológica pero ya pasaron por una situación y aparentemente la sobrellevaron.

Ahora, cuando el dolor sentimos que nos rebaza o a una persona cercana, es importante acercarse con los profesionales, desde el psicólogo o psiquiatra, alguna consulta médica o un grupo de duelo como especialistas en Tanatología.

Es cierto que el dolor no es malo, porque es una señal de que algo no está bien, pero sí es malo permitirle vivir de manera permanente con nosotros, es como el despertador, nos avisa que es momento de iniciar el dia, pero si lo dejáramos sonando todo el día se volvería incómodo no sólo para nosotros, sino para todos quienes nos rodean.

Dios nos permita encontrar paz después del dolor, en ocasiones tener un aprendizaje, pero siempre seguir viviendo en plenitud.

Dr. Odín Isaac Gerónimo / Médico Cirujano Militar