/ viernes 21 de junio de 2024

Curanderos... / A mis alumnos Médicos:

Recientemente se graduó una generación de la Facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Chihuahua donde doy clases, aún no descubro que tiene esta generación que consideraría especial, cada una para mi ha sido de aprendizaje, donde procuro motivarlos para que aprendan lo de la materia, pero también la parte profesional y humana de lo que es ser médico, así como actividades que no involucra a la medicina como ir a jugar a la casa del abuelo cachibol, romper una piñata con niños en el albergue o una práctica de tiro con pistola.

Este grupo lo tuve después de mi primera experiencia mala como maestro: una alumna reprobada, siempre pensé que no hay malas tropas, sino malos mandos, por ello modifiqué algunas conductas, presionándolos de manera positiva para que acudieran a clases, logrando una asistencia perfecta la mayoría de las sesiones, bajo la premisa que tocaríamos puntos que no vienen en los libros, espero haber cumplido con ello.

Este semestre fue un gran viaje donde los convencí para no tener tareas de preescolar y de mejorar la calidad surgió un libro, comprendimos juntos que somos herederos de una casta de campeones, bailamos “El ratón vaquero” en honor a las madres, supe lo que es dar un permiso con nudo en la garganta para que un alumno falte porque tiene un familiar enfermo, traté de inculcarles que somos colegas, no competencia y el sol saldrá para todos, pero juntos podemos materializar proyectos más grandes, a buscar un unicornio cuando se escucha el sonido de cascos (una enfermedad rara en síntomas comunes), le enseñé a mis futuros colegas que una caída no significa una derrota y sólo quien intenta algo se puede caer, pero lo que sigue es sacudirse, lamerse las heridas e ir por la siguiente batalla (en nuestra profesión será contra la enfermedad), les recomendé busquen a mi gran socio: Dios, y confiaran en él ciegamente cuando la duda entre en su corazón.

En cada generación siembro una semilla de afecto y esperanza, donde el dia de mañana tengo fe que crezca un enorme árbol que esté lleno de frutos: grandes médicos generales, especialistas, con maestría o doctorado, pero independientemente del camino profesional que decidan tomar, sean excelentes seres humanos y eternos aprendices: mis curanderos, que acompañen a infinidad de pacientes.

En los campos clínicos lo que menos necesitan es un médico que vaya por el dinero de los pacientes, sino un compañero que los guíe en el proceso de la enfermedad, que les explique por qué se sienten mal, en ocasiones que los instruya sobre los cuidados que requieren y les enseñe en qué están fallando.

Un doctor no debe dar lo que el paciente quiere, sino lo que la persona necesita, sabiendo que hay enfermedades que pueden curarse, otras vigilarse y algunas más sólo controlarse, pero estas últimas son las más complejas de atender, porque serán tratamientos de por vida, donde lo principal será disciplinarse, así como cambiar hábitos para mejorar el pronóstico a largo plazo, aún cuando no hubiera síntomas fuertes, por ejemplo en la hipertensión o la diabetes, donde el enfermo puede no sentir malestar alguno ,pero encontrarse descontrolado y eso provocar complicaciones como un evento vascular cerebral, amputaciones, insuficiencia renal, en fin, lo mejor es seguir las indicaciones de la doctora o doctor que le acompañe en su enfermedad; y con el favor de Dios mantenerse lo mejor posible.

Dr. Odín Isaac Gerónimo / Médico Cirujano Militar

Recientemente se graduó una generación de la Facultad de Medicina en la Universidad Autónoma de Chihuahua donde doy clases, aún no descubro que tiene esta generación que consideraría especial, cada una para mi ha sido de aprendizaje, donde procuro motivarlos para que aprendan lo de la materia, pero también la parte profesional y humana de lo que es ser médico, así como actividades que no involucra a la medicina como ir a jugar a la casa del abuelo cachibol, romper una piñata con niños en el albergue o una práctica de tiro con pistola.

Este grupo lo tuve después de mi primera experiencia mala como maestro: una alumna reprobada, siempre pensé que no hay malas tropas, sino malos mandos, por ello modifiqué algunas conductas, presionándolos de manera positiva para que acudieran a clases, logrando una asistencia perfecta la mayoría de las sesiones, bajo la premisa que tocaríamos puntos que no vienen en los libros, espero haber cumplido con ello.

Este semestre fue un gran viaje donde los convencí para no tener tareas de preescolar y de mejorar la calidad surgió un libro, comprendimos juntos que somos herederos de una casta de campeones, bailamos “El ratón vaquero” en honor a las madres, supe lo que es dar un permiso con nudo en la garganta para que un alumno falte porque tiene un familiar enfermo, traté de inculcarles que somos colegas, no competencia y el sol saldrá para todos, pero juntos podemos materializar proyectos más grandes, a buscar un unicornio cuando se escucha el sonido de cascos (una enfermedad rara en síntomas comunes), le enseñé a mis futuros colegas que una caída no significa una derrota y sólo quien intenta algo se puede caer, pero lo que sigue es sacudirse, lamerse las heridas e ir por la siguiente batalla (en nuestra profesión será contra la enfermedad), les recomendé busquen a mi gran socio: Dios, y confiaran en él ciegamente cuando la duda entre en su corazón.

En cada generación siembro una semilla de afecto y esperanza, donde el dia de mañana tengo fe que crezca un enorme árbol que esté lleno de frutos: grandes médicos generales, especialistas, con maestría o doctorado, pero independientemente del camino profesional que decidan tomar, sean excelentes seres humanos y eternos aprendices: mis curanderos, que acompañen a infinidad de pacientes.

En los campos clínicos lo que menos necesitan es un médico que vaya por el dinero de los pacientes, sino un compañero que los guíe en el proceso de la enfermedad, que les explique por qué se sienten mal, en ocasiones que los instruya sobre los cuidados que requieren y les enseñe en qué están fallando.

Un doctor no debe dar lo que el paciente quiere, sino lo que la persona necesita, sabiendo que hay enfermedades que pueden curarse, otras vigilarse y algunas más sólo controlarse, pero estas últimas son las más complejas de atender, porque serán tratamientos de por vida, donde lo principal será disciplinarse, así como cambiar hábitos para mejorar el pronóstico a largo plazo, aún cuando no hubiera síntomas fuertes, por ejemplo en la hipertensión o la diabetes, donde el enfermo puede no sentir malestar alguno ,pero encontrarse descontrolado y eso provocar complicaciones como un evento vascular cerebral, amputaciones, insuficiencia renal, en fin, lo mejor es seguir las indicaciones de la doctora o doctor que le acompañe en su enfermedad; y con el favor de Dios mantenerse lo mejor posible.

Dr. Odín Isaac Gerónimo / Médico Cirujano Militar