Dios tiene en su mano el cronómetro de nuestro tiempo, no sabemos en qué momento lo detendrá para llamarnos ante Él, pero es un punto al que todos vamos a llegar, el pasado 21 de julio, el Señor decidió llamar a su sierva Raquel Rocha Castro, como muchas mujeres fue hija, esposa, madre y abuela, pero no solo eso, fue un ser de luz, una persona con un corazón enorme que en un instante dejó de latir, ese motorcito se paró, más ello no detiene sus acciones y obras realizadas en nuestra ciudad.
Claro, el vacío en la familia será irremplazable, aún cuando a la sociedad parralense nos deja un legado que ella heredó, buscar su preservación por medio de la digitalización de una enorme hemeroteca y con eso trasciende a través del tiempo su esencia, no es fácil ser guardiana de un tesoro histórico, pero ella lo hizo con amor y pasión, no sólo por preservar la memoria del trabajo de su familia, sino porque el resto de la humanidad tuviera acceso a todo el acervo cultural en resguardo que se vuelve parte del patrimonio de Parral.
Una persona dadora, que no solo veía por sus seres queridos, sino por nuestra ciudad, no es sencillo emprender y ella lo realizó transformando las instalaciones de “El Correo de Parral” de lo que fue el periódico más importante de la ciudad, a un bello restaurante donde el comensal puede disfrutar -aparte de la comida-, también de fotos, periódicos, máquinas que reprodujeron las noticias del país y nuestra ciudad.
Deja dos libros impresos y uno inconcluso en el tintero, letras por concluir, que hablan de una mente trabajadora en un cuerpo que se fatigó con el paso del tiempo, decía mi abuelita que una persona trabajadora es común que vaya con el Creador dejando algo pendiente, debido a que siempre está con un proyecto nuevo, como fue su caso.
Comentan que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, pero al lado de esta extraordinaria persona se encontraba siempre un varón increíble, que la apoyó en sus proyectos por inverosímiles que parecieran, rieron y no dudo que se hayan peleado, pero aprendieron con el tiempo a convivir y sacar adelante una familia, un clan que queda amputado, pero con la responsabilidad de preservar el legado de esa cuidadora que partió.
Dios nos permita llegar a Él, con la bendición que cumplimos muchas de sus misiones, diciéndole que cuidamos el cuerpo que nos prestó, hasta donde pudimos, pero nos hizo finitos para regresar en cuanto nos llamara, decirle que fuimos dignos de los sacrificios hechos por nuestros seres padres, así como de otros seres queridos para que estuviéramos lo mejor posible y procuramos dejar el mundo mejor de como lo encontramos, que vivimos en plenitud e incluso el dolor, comprendimos que no siempre es malo, porque es un modo de saber que algo está mal o que termino algo maravilloso.
Parte tranquila cuidadora, tu familia recoge tu legado y una porción de la sociedad que te conocimos un poquito agradecemos haber coincido, un abrazo hasta el cielo, cumpliste tu misión, sigue cuidándonos desde el cielo, en especial a esta ciudad que te vio nacer, crecer, enamorarse y materializar una familia junto con muchos proyectos más.
Hasta luego cuidadora, nos vemos cuando Dios lo ordene…