Escribir poesía es abrir el corazón y conectarse de lleno con esa energía inspiradora
tomada de lo que nos rodea. La vida cotidiana se convierte en insumos de la palabra.
La poesía se nutre de lo que nos rodea; de las emociones: dicha, dolor, amor, desdén,
coraje. También de los pensamientos. Todo se mezcla en el recipiente del lenguaje humano
donde se conectan las ideas y el arte.
Empero, estos tiempos nuevos, tan alejados del humanismo, tan cercanos al egoísmo,
violencia, indolencia, individualismo, tan normalizados para quien los vive sin asombro, son
arma de doble filo para almas sensibles, artistas que escriben poesía.
¿Cómo escribir poesía en medio del caos?
¿Cómo inspirarse en el caos y transformar la ansiedad en poesía cuando sobrevivir es lo
que cuenta?
Si, ese es el reto del poema: hacer del desastre poesía y emplear la belleza del lenguaje
con sensibilidad y propuesta.
Conseguir que en medio del desorden surja una chispa de inspiración es un desafío
permanente para quien escribe. Es un proceso de transmutación permanente. El poeta, la
poeta, escriben para explicarse a sí mismos , pensando en si mismo sin intentar en
principio, algún tipo de empatía con los demás.
Escribir implica algo más que inspiración espontánea. No es solo un proceso de
autocomplacencia e introspección terapéutica. Exige un compromiso literario más profundo
para dar significado a lo que se plasma en letras y a lo que se intenta transmitir.
¿Cómo inspirarse desde el caos y transformar la ansiedad en poesía cuando sobrevivir es
lo que cuenta?
Escribir poesía es reordenar la vida misma en un plano superior donde convergen el
sentido y la conciencia; la razón y la emoción; el pensamiento en armonía perfecta.
La humanidad se encuentra inmersa en su ombligo, en su antropocéntrica perspectiva del
mundo; una unilateral visión sobre cómo decir y hacer las cosas como si fuésemos entes
solitarios.
Toca aportar desde el arte algo con sustantivo, volver al origen, a la esencia. Suavizar la
hostilidad, resignificar la vida, resistir la vacuidad; trascender la superficie de los hechos.
El acto creador de la poesía es un proceso digestivo. Nutre o intoxica; sacia o deshidrata.
Como todo el arte, ayuna o se alimenta. Una vez completo, luego de penetrar los propios
filtros, las del hacedor del poema, vienen los juicios de otros, los que leen.
Desde la intimista, la romántica la social, de protesta, la poesía existe por sí misma; pero no
encuentra La poesía está ahí para tomar del ruido abrumador una porción y rescatar el
sentido en el vacío del silencio. sublimarse y convertirse en la belleza del lenguaje.
Es en las formas retóricas que la palabra ofrece una puerta para abrirse el alma y cruzar en
medio de la frivolidad ordinaria, el alma de los otros, ahí donde el poeta se refugia para dar
a luz un nuevo fruto: su poema.
Licenciada en Ciencias de la Información, Consultora en Comunicación y Desarrollo Humano.
airefresco760@gmail.com
Twitter: dinorahga