/ martes 10 de septiembre de 2024

¿Cómo es posible?

No deberían de permitir semejante atrocidad, que no quede sólo en la falta total de ética, sino que legalmente existiera una limitante, un candado que, si naturalmente no se da, por la vía de la ley sí debiera existir. La gente elige a sus representantes por las siglas en las que confía, pero muchas veces ese representante se deja convencer de muchas formas y vota por el caño las siglas bajo las cuales llegó por un respaldo ciudadano, ya sea de representación proporcional o mayoría directa.

Se debe de hacer algo al respecto, no se trata solamente de la libertad de decisión de las personas que se atreven a tanto, sino de la forma en que llegó ahí con el respaldo de principios que debe de representar y que ya estando en una posición bastante cómoda se atreven a traicionar, peor aun cuando son de elección popular, donde el pueblo dejó en clara su intención y lo que consideran que es mejor, pero se topan con la sinvergüenza de una persona que añora más el beneficio personal por mucho, que el interés común.

Me queda claro que por moralidad no se detendrán, pues la avaricia está de por medio. Lo peor del todo es la redención política con la que le abren las puertas en el otro partido y llegan limpios de cualquier pasado o culpa.

Qué triste y que fácil es saltar de un partido al otro y muy lamentable cuando tienen ya algún cargo con el que representan las siglas; ahí sí hay una traición grande, a la confianza, más si están esperando que se planten o posicionen férreamente contra un tema que es causa partidista y por la que votaron. Pero puede más la ambición disfrazada de falsos ideales, porque por más que haya hecho una introspectiva, una profunda reflexión epistemológica, se renuncia desde antes a las siglas del partido sin esperarse a ganar, sin haber abusado de la confianza y de los recursos que la propia institución política brinda.

Y no podemos interpretarlo como un riesgo de la democracia, ni como parte de la misma; me queda claro la capacidad de decidir, del libre albedrío, incluso en decisiones políticas, pero también deben de existir la congruencia, coherencia y lealtad a los principios y valores, tanto personales como colectivos y si riñen con estos últimos el ejercicio debió haberse desde antes de decir sí a la afiliación o al abanderamiento por el cargo.

Y es que curiosamente, ahora que está en plena discusión la reforma judicial y que el partido oficialista con sus aliados buscan una mayoría calificada, hay varias personas que de la nada y sin tapujos se han cambiado de color y siglas, buscando el cobijo bajo otras que les garanticen cotos de poder mayores y anteponiendo los beneficios personales sobre una verdadera reflexión, cambiando el discurso de la oposición por uno más sencillo que se resume y se remite a un sí y a un ataque sistemático a quienes buscan los contrapesos naturales, olvidándose por completo de dónde vienen y cómo llegaron ahí.

Pareciera que el oficialismo busca una totalidad, consensos obligados y forzados, que no dan cabida a la reflexión ciudadana y al respeto de la voluntad de quienes no concordamos con eso. Pero la culpa no es de ese oficialismo, es de quienes confiamos en las personas incorrectas, que, con una avaricia individualmente fundada, brincan de un lado a otro argumentando que ahí es donde se apresta la verdad, la voluntad de un pueblo que no es propiamente el que le dio el respaldo para que gozara de esa posición. Qué lamentable y ofensivo que actúen de esa manera. Ojalá se pudiera hacer algo.

¡Estoy para ayudar!

Comentarios: eduardo.barbosa.saenz@gmail.com

Redes sociales:

*Facebook Eduardo Barbosa Sáenz: /BarbosaSaenzEduardo

*Twitter: @EBarbosaSaenz


No deberían de permitir semejante atrocidad, que no quede sólo en la falta total de ética, sino que legalmente existiera una limitante, un candado que, si naturalmente no se da, por la vía de la ley sí debiera existir. La gente elige a sus representantes por las siglas en las que confía, pero muchas veces ese representante se deja convencer de muchas formas y vota por el caño las siglas bajo las cuales llegó por un respaldo ciudadano, ya sea de representación proporcional o mayoría directa.

Se debe de hacer algo al respecto, no se trata solamente de la libertad de decisión de las personas que se atreven a tanto, sino de la forma en que llegó ahí con el respaldo de principios que debe de representar y que ya estando en una posición bastante cómoda se atreven a traicionar, peor aun cuando son de elección popular, donde el pueblo dejó en clara su intención y lo que consideran que es mejor, pero se topan con la sinvergüenza de una persona que añora más el beneficio personal por mucho, que el interés común.

Me queda claro que por moralidad no se detendrán, pues la avaricia está de por medio. Lo peor del todo es la redención política con la que le abren las puertas en el otro partido y llegan limpios de cualquier pasado o culpa.

Qué triste y que fácil es saltar de un partido al otro y muy lamentable cuando tienen ya algún cargo con el que representan las siglas; ahí sí hay una traición grande, a la confianza, más si están esperando que se planten o posicionen férreamente contra un tema que es causa partidista y por la que votaron. Pero puede más la ambición disfrazada de falsos ideales, porque por más que haya hecho una introspectiva, una profunda reflexión epistemológica, se renuncia desde antes a las siglas del partido sin esperarse a ganar, sin haber abusado de la confianza y de los recursos que la propia institución política brinda.

Y no podemos interpretarlo como un riesgo de la democracia, ni como parte de la misma; me queda claro la capacidad de decidir, del libre albedrío, incluso en decisiones políticas, pero también deben de existir la congruencia, coherencia y lealtad a los principios y valores, tanto personales como colectivos y si riñen con estos últimos el ejercicio debió haberse desde antes de decir sí a la afiliación o al abanderamiento por el cargo.

Y es que curiosamente, ahora que está en plena discusión la reforma judicial y que el partido oficialista con sus aliados buscan una mayoría calificada, hay varias personas que de la nada y sin tapujos se han cambiado de color y siglas, buscando el cobijo bajo otras que les garanticen cotos de poder mayores y anteponiendo los beneficios personales sobre una verdadera reflexión, cambiando el discurso de la oposición por uno más sencillo que se resume y se remite a un sí y a un ataque sistemático a quienes buscan los contrapesos naturales, olvidándose por completo de dónde vienen y cómo llegaron ahí.

Pareciera que el oficialismo busca una totalidad, consensos obligados y forzados, que no dan cabida a la reflexión ciudadana y al respeto de la voluntad de quienes no concordamos con eso. Pero la culpa no es de ese oficialismo, es de quienes confiamos en las personas incorrectas, que, con una avaricia individualmente fundada, brincan de un lado a otro argumentando que ahí es donde se apresta la verdad, la voluntad de un pueblo que no es propiamente el que le dio el respaldo para que gozara de esa posición. Qué lamentable y ofensivo que actúen de esa manera. Ojalá se pudiera hacer algo.

¡Estoy para ayudar!

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