Recuerdo que un día muy temprano por la mañana escuche un grito de mi pequeña hija Cesia que muy contenta le decía desde su recamara hasta la recamara de su hermano, “hoy tuve un sueño muy bonito y estoy muy contenta” Me quede pensando por un momento de como los seres humanos hemos perdido la capacidad de soñar. ¿Puede usted imaginar que sería de ese mundo si no hubiera gente soñadora? Seguramente no tuviéramos ni aviones, ni autos, ni televisores etc. Creo que el éxito de muchas personas no se encuentra precisamente en que sean grandes eruditos, sino más bien en su capacidad de soñar y luchar por ese sueño. Soñar significa ver lo que no existe como si existiera. Poner una meta, desearlo, pelear por ella, e imaginar su realización. Es como una gallina que pone huevos y luego se acuesta sobre ellos hasta que nazcan los polluelos. En ese sentido, lo que hace grande una persona común no son las circunstancias de la vida, sino sus sueños y su capacidad de abrazarlos. Sin sueños no podemos esperar ningún futuro alentador.
La palabra de Dios nos cuenta la historia de un hombre llamado Jacob. Él tuvo 12 hijos, uno de ellos, José, era un soñador. Era un bue hijo. Era un buen creyente y temeroso de Dios, y Dios le dio sueños, soñó dos veces. (Génesis 37:6-11) Cuando José creyó los sueños, los mismos lo guiaron en la vida hasta que se cumplieron, aunque no sin algunas luchas. El sueño es símbolo de vida y de esperanza y un fuerte motivador de vida. No tengo ni la menor duda de que Dios da e inspira sueños. El sueño trasciende todo. Entonces tener un sueño es creer algo nuevo. Y a la sazón de los tiempos que nos ha tocado vivir se necesita de hombres y mujeres de todas las edades que podamos soñar con un mundo mejor.
Tengamos sueños y esperanza en un mañana en que las cosas van ser mejor. Teniendo fe en Dios podemos soñar, no importa la condición social en que nos encontremos, ¿sabe por qué? Porque Dios es el dador de sueños. Dice en Joel 2:28 que Dios da visiones y sueños (Joel 2:28) El éxito o el fracaso no dependen de cuanto hayamos estudiado, o de cuanto tenemos. El problema es si tenemos o no sueños en ́el corazón. Sí necesitamos conocimiento podemos estudiar, sí necesitamos apoyo alguien lo puede dar, pero sin sueños perecemos.
Cuenta la historia que cierto día un niño estaba mirando la luna, y su padre le preguntó: ¿Qué miras? La luna, respondió el niño, sueño con caminar un día sobre su superficie. Su padre le dijo: Es un buen sueño, algún día lo lograras. 30 Años después el sueño fue realidad. Se trata de Yeims Owon el astronauta americano que fue a la luna. Su declaración al volver emocionó al mundo: “Al llegar a la luna pude sentir el poder creador de Dios y su gloria" Definitivamente el mundo solo puede ser cambiado por los soñadores. Es cierto que hoy en día hay miles de problemas, más de los que podemos contar, pero miremos a Jesús, porque en medio de tanto dolor, Dios siembra una semilla de la esperanza a través de los sueños.
Estimado lector, crea en Dios, sueñe, sea feliz en este mundo, y un día valla al cielo.
Reflexión semanal