En 1959, el entonces presidente de México, Adolfo López Mateos, declaraba, “La libertad de prensa no constituye una merced; es un derecho constitucional que debemos acatar gobernantes y gobernados”. Bien, adelantemos la película 65 años, el presidente también es López, pero Obrador, quien prefirió jugar a las” vencidas” con los medios de comunicación, olvidándose de la libertad que mencionaba López Mateos hace 65 años.
Se supone que habría una evolución, pero tal parece que sucedió todo lo contrario, pues López Obrador, casi desde que inició su mandato, ha considerado que todas las críticas a su gobierno son mal intencionadas, que son mentiras creadas por la mafia del poder, que ha corrompido a varios medios de comunicación, por lo cual, estableció en su conferencia matutina, un segmento semanal, llamado, “Quien es quien en las mentiras”, donde se defiende de esa supuesta guerra sucia en su contra, así mismo, desde esa trinchera, frecuentemente acusa, que muchos comunicadores “trabajan” para la mafia del poder o los neoliberales, pues lo atacan “sin fundamentos”.
Por supuesto, tiene derecho a defenderse, sin embargo, el presidente nunca entendió, que un periodista o comunicador, tiene que presentar la noticia tal cual, sin maquillaje, pésele a quien le pese, por supuesto, hay algunos pseudo periodistas que han publicado mentiras y hasta se metieron en su vida personal, está mal, pero la mayoría de los periodistas que acusó de estar pagados por sus adversarios, únicamente hicieron su trabajo, presentar los hechos tal como sucedían.
Un comunicador veraz e inteligente, jamás le dará la razón a López Obrador, cuando señala que el país se mantiene en paz, que la violencia disminuyó, o como cuando una periodista de Telemundo se presentó en su mañanera y con pruebas en mano le dijo que, en Chiapas, existía un enorme desabasto de agua en zonas marginales, pero el presidente no lo aceptó y se molestó, al igual que las dos ocasiones donde Jorge Ramos lo confrontó por la brutal violencia y el presidente enfureció, pues él tenía “otros datos”.
Lo mismo ocurrió con una reportera de Sonora y otra del medio electrónico Animal Político. Algunos dirán, que el recibirlos es un ejemplo de libertad de expresión, puede ser, pero si inmediatamente impone condiciones, los interrumpe frecuentemente, es obstinado y hasta un tanto agresivo durante el breve encuentro, difícilmente se puede considerar como un ejercicio de libertad.
En el sexenio de López Obrador, todo periodista o medios de comunicación, que presentaron un dato duro en contra de su gobierno, prácticamente quedaron marcados con una letra escarlata, y en cuanto hay oportunidad los ataca durante las mañaneras, como es sabido, en ocasiones, existen asuntos importantes que mencionar en su conferencia, pero prefiere seguir jugando a las vencidas con López-Dóriga, Loret de Mola, Riva Palacio, Dresser etc.
Durante gran parte de su vida, López Obrador criticó con severidad al presidente en turno, es válido, puso en práctica su libertad de expresión, según ha dicho, respeta la libertad de expresión de cada mexicano, sin embargo, ya como presidente, la adecuó a su conveniencia, y cual priista de los años setenta, si hablan bien de él, la respeta con una gran sonrisa, pero si lo critican, la desprecia inmediatamente, con gesto adusto.
Licenciado en Comunicación. Tesorero de la Asociación de Editorialistas. Coautor de diversos libros.
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